1 nov 2014

Editorial No. 12


Se apagan las luces. Se corre el telón. Alguien tose entre el público, otro whatsappea como si nada pasase, pero la mayoría está expectante, impaciente. Los focos de colores apuntan al escenario y en el centro aparece una silueta conocida por todos los presentes...

– Venerable público, hemos regresado. En gloria y majestad, con ganas de revolver la olla y ladrar como perros en celo como hemos hecho siempre. Somos Revista Sorbete Letelier.

El público de la Sala La Reforma (ex Sala Isidora Zegers) aplaude desesperado. Se duplican los socios inscritos a la revista. Algunos desmayos – producto de la incontenible emoción – son atendidos oportunamente en la sala de emergencias, cuyo personal médico ha dado “me gusta” a las recientes publicaciones del pasquín en Facebook.

– En esta ocasión les queremos hablar de la importancia de los espacios de incidencia estudiantil. Sabemos lo fácil que es criticar porque vivimos haciéndolo... – el público ríe – pero jamás una crítica por sí sola es suficiente para solucionar un problema o generar un proceso de cambio. Por eso les ofrecemos una tribuna para conocer las distintas iniciativas estudiantiles activas, como también un manual para denunciar correctamente un problema.

Los asistentes lloran de emoción. Se triplican los socios inscritos a la revista y el tarro metálico de aportes monetarios debe ser reemplazado por un enorme barril.

– Aprovechamos de saludar a nuestros colegas que han optado por probar nuevos caminos disputando el puesto de la representación local estudiantil. Recordaremos siempre su aporte con una lágrima en nuestros ojos, y ya saben que si les patean el trasero en las urnas, los recibiremos de vuelta con los brazos abiertos.

El público frenético ovaciona, aplaude y chilla. Llegamos a los 1000 likes y nuestro blog consigue sponsors, seducidos por nuestro titánico tráfico web. La situación se escapa de control cuando algunos listillos, bajo el impulso de besar a sus ídolos, intentan subir al escenario siendo su ejemplo seguido por la multitud completa, cuando de pronto...

– ¡DESPIERTA! ¿Terminaste de redactar la editorial? – pregunta furioso el Sr. Diagramador.
– ¡Mierda, me dormí sobre el teclado! – atendió afligido el Sr. Redactor.

Mientras, la saliva y los anhelos de democracia escurrían por entre las teclas.

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