Recordemos un minuto a
Gustavo Becerra-Schmidt y “el mito del talento musical”
Por Protoman. Publicado originalmente en Revista Sorbete Letelier No. 2
Estamos
en época de exámenes y los cuestionamientos, acerca de su
pertinencia y de la forma en la que miden nuestros talentos,
comienzan a florecer: ¿Qué criterios se utilizan para evaluarnos?
¿Por qué son estos los criterios que evalúan nuestro talento?
¿Serán los criterios de evaluación subjetivos? Si son subjetivos,
¿cómo es posible que coincidan los juicios de valor estético entre
distintos profesores? ¿Qué marcos de referencia delimitarían,
entonces, estos criterios? ¿Qué ideología contienen los marcos de
referencia impuestos por lo académicos? ¿Será la evaluación una
simple calificación (nota) o será una valoración estética?
Hemos
vivido en nuestra facultad, y no solamente en este año, sino que en
pasados también, la falta de criterios de evaluación pertinentes al
momento de medir el talento musical, tanto a nivel interpretativo
como creativo. Esto evidencia la exposición de los estudiantes ante
una inevitable evaluación aleatoria o arbitraria de académicos
cada vez que generan sus juicios. Esta situación es alarmante
cuando la observamos en algunos exámenes determinantes, tales como
el examen de egreso o el de promoción a superior, al cual podría
llegar un estudiante que haya cumplido con todos sus requisitos
(tales como aprobar los ramos de 6 semestres con nota superior a
5.0), sin embargo suspendido de la carrera por una evaluación
injustificada en este examen. En pocas palabras, los mismos
académicos te pueden decir en 3 años (y puede alcanzar los 8 años
en algunos casos): “sí, apruebas” y en el último día
antes de pasar a superior: “no, estás fuera”. Es
importante señalar que esto último no es solo una situación
posible, sino que es una realidad en nuestra facultad.
“Esto
nos remite al subjetivismo, tan frecuente en la evaluación del
talento. Aunque parezca raro todavía hoy existen críticos y
exégetas que estiman que el valor estético sólo se da
exclusivamente en esa forma” Gustavo Becerra '69
Es
irónico y triste saber que Becerra encontraba extraño conocer, en
el año 69', evaluadores que apelaran a la exclusiva subjetividad,
cuando ahora, 43 años después, se siguen hallando. Es importante
destacar que este compositor comprende que la evaluación artística
no es una calificación o una nota, sino que la otorgación de un
valor estético. La razón: “Los criterios son subjetivos, y
cada académico tiene los suyos” es una justificación aceptada
por académicos, sin embargo, ¿cómo es posible que los juicios
manifestados por profesores coincidan en sus criterios con los de
otros profesores? Esto sucede porque los argumentos del juicio
estético siempre apelan, inevitablemente, a parámetros delimitados
por un método o un sistema de referencia (¿¡qué pasó con la
subjetividad!?).
“A
nadie se le ocurriría juzgar el talento de una obra inglesa con la
gramática china, sin embargo, la mayor parte de los críticos y
jueces creen que pueden juzgar una música cuya sintaxis les es
ajena” Gustavo Becerra '69
Generalmente
los sistemas o marcos referenciales comúnmente utilizados al
evaluar, señalan que el plano en el que se desenvuelve el talento
está determinado por reglas que provienen de la experiencia
histórica. Estas referencias no permiten juzgar el talento de los
que renuevan o están fuera de la tradición (¡exijo una explicación
en la evaluación de la originalidad y la creatividad!). El problema
de la academia actual es evaluar de acuerdo a pretéritos patrones
culturales y no bajo preceptos del medio cultural vigente. Esto
demuestra, en la facultad de artes, una desvinculación con la
diversidad sintáctica actual, con la idiomática contemporánea, y
con el espacio geográfico que habitamos.
“Los
juicios sobre el talento son en medida apreciables factores de
desarrollo o de inhibición del talento, teniendo en cuenta que los
que detentan el poder económico o político en la sociedad
determinan el sentido de las finalidades que permitan evaluar el
éxito.” Gustavo Becerra '69
La problemática de la pertinencia de juicios estéticos, que juzgan
el talento musical en nuestra facultad de artes, se vincula a la
relación de poder que existe entre jueces y juzgados, en este caso,
a académicos y estudiantes respectivamente, siendo estos últimos
los que deben acatar indisoluble e incuestionablemente lo promulgado
por estos “maestros”. Hace falta decir que los que detentan la
hegemonía en nuestro espacio, supuestamente democrático y
triestamental, son los académicos. Pero insisto, ¿por qué harían
esto nuestros académicos? Es claro, los criterios que nos evalúan,
en otras palabras, los que determinan nuestra cabida en la
Universidad, están pensados, por los sectores poderosos de nuestra
facultad, para autovalidar su práctica artística, y así, su puesto
en la sociedad y su poder político dentro de la universidad. Esto
último explica el porqué la práctica artística que nos enseñan
hoy en día a estado presente a lo largo de tantos años; práctica,
entonces, descontextualizada y obsoleta.
“La
música no es un arte universal y su simple contacto no equivale a
una adecuada asimilación” Gustavo Becerra '69
¡CUIDADO CON EL MITO DEL TALENTO EN LOS PRÓXIMOS EXÁMENES!
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