13 ago 2014

¿Qué irregularidades esconden los exámenes? (Parte II)



Los diversos testimonios que fueron recogidos por Revista Sorbete Letelier para efectos de esta investigación, detallan distintas irregularidades acontecidas antes y durante los procesos de examen en las carreras de música impartidas en nuestra facultad. En la primera parte, publicada en abril de este año, se profundizó en la problemática del examen eliminatorio del Ciclo Básico bajo criterios arbitrarios y no tipificados, en la ausencia de pautas de evaluación, en el extravío de calificaciones, y en la respuesta que la institución dio ante la exposición de estos casos, muchos de éstos, al borde de la ilegalidad. En esta segunda parte abordaremos las denuncias faltantes aportadas por integrantes y ex integrantes del estamento estudiantil.

Por: Felipe Sandoval – Colaboradores: José Castro Monreal, Gabriela Dossow

(Ver parte I)

Faltas a la honra y dignidad

Existen testimonios que detallan tratos despectivos durante los procesos evaluativos, de parte de docentes a estudiantes. Francisco Moreira, ex estudiante de violín, denuncia una situación de favoritismo al interior de su examen, donde la comisión autoriza a una estudiante a tocar una pieza distinta a la asignada, cambiándola por una de menor dificultad y consiguiendo así una mejor calificación. Este mismo beneficio a él se le denegó. Declaró: “mi profesor se supone que me defendió en ese sentido porque no me evaluaron de la misma forma que evaluaron a mi compañera que tocó antes el mismo concierto, a quien claramente no le salía el tercer movimiento, por lo que prefirió tocar el primero. Dijo que “no hay nada que hacer porque a ella la conocían de hace tiempo”.” Posteriormente, la comisión calificó su interpretación como “arrabalera” y “callejera”, lo que para el estudiante significó “una forma bastante despectiva de decirme que tocaba música popular, por lo mismo me estaban evaluando mal.” 

Las situaciones de abuso de poder son relatadas tanto dentro como fuera del contexto de un examen, sin embargo, su sola existencia en las clases determina tanto la preparación y disposición emocional del estudiante para rendir la evaluación, más cuando el mismo profesor maltratador se encuentra presente en la comisión que lo evaluará. A propósito de esto, una ex estudiante de violín comenta que en 2011 su profesor renunció, por lo que fue asignada a otro profesor que actualmente no se encuentra en ejercicio. De su experiencia con él, relata que desde un principio el profesor no quería tomarla como alumna: “Para él era un favor que me estaba haciendo. Me trató bastante mal, me intimidó bastante. A pesar de que es viejo, gritaba bastante fuerte. Ocurrían bastantes malos tratos durante la clase. Me trataba de inútil, inservible, estúpida, y tiraba los lápices. Me contaba como chiste que a una alumna le había roto las partituras en la cara, que le había dicho que se fuera y no volviera, lo cual no me pareció chistoso.” A raíz de esto y de las consecuencias emocionales que le dificultaban en la ejecución del violín, decidió cambiarse de profesor. En 2012 hizo efectivo el cambio, y si bien su relación con el nuevo profesor comenzó en buenos términos, con el paso del tiempo notó que éste le hacía comentarios indebidos sobre su vida personal: acerca de su situación sentimental (“ah, menos mal que no estás pololeando, por fin estás sola”) o acerca de una presunta malcrianza de parte de su familia y profesores. Posteriormente, para su profesor significaba un problema que la estudiante fuese parte de la Orquesta de la Facultad de Artes (OFA), por lo que la presionó para retirarse, refiriéndose mal de los profesores que participaban en ésta: “Me dijo que la OFA era una mala instancia, con malos profesores, malos formadores (…)” También incurrió en descalificar a las amistades de la estudiante: “Además me decía que yo era muy amiga de la gente de la OFA y eso no estaba bien. Me decía simplemente que yo no sabía quiénes eran realmente mis amigos y quiénes no, que hay siempre personas malas en el mundo que quieren hacerte daño y me dijo que todos mis amigos eran falsos amigos. (...) Empezamos a tener problemas graves después de eso.” La ex estudiante relata además que su profesor, como forma de hostigamiento, llamó por teléfono a su madre para “acusarla” de lo que él entendía por “mal rendimiento” y “malcrianza”. Finalizando el 2012 llegó el momento de dar el examen: “Estaba bastante contenta de mi preparación al examen, pero al momento de darlo me enteré de que estaba mi ex profesor en la comisión y entré en pánico. Me puse nerviosa. Como resultado toqué bastante mal y me pusieron un cinco.” Esto significó que la comisión le impuso el estado de condicional para el año siguiente: “Me dijeron que no servía para tocar violín pero me daban la oportunidad para ver si un milagro pasaba.” 



La misma ex estudiante, para su proceso de examen de promoción (de paso a Ciclo Superior) al cual se presentaba con un 5,6 –que le impedía eximirse – antes de su examen tuvo una conversación con su profesor que cambió sus expectativas respecto de aprobar este examen, en el cual debía presentar el mismo repertorio que ejecutó para su examen final de instrumento, el cual ya había aprobado. Expresó: “tuve una conversación con mi profesor donde me confesó que el mismo día del examen, en la mañana, alguien le había dicho que yo me iba a cambiar de profe, entonces él estaba tan dolido emocionalmente que por eso se había abstenido de ponerme nota (...). Me dijo desleal, traidora, que por qué no le había dicho, que no le mintiera, que fuera derecha y hablara con la verdad. (…) En el examen de promoción me fue mal, yo creo que por el desgaste psicológico. Finalmente lo reprobé. Las relaciones con el profesor estaban rotas y eso me afectó bastante.”

Una ex estudiante de violoncello denuncia una situación similar ocurrida durante 2013. Su profesor de instrumento falleció por lo que después de un largo tiempo sin reemplazo, se le asignó un docente que incurría en reiterados malos tratos y discriminaciones por diversas razones: “La primera clase me dijo que mi mano era muy pequeña para tomar el cello y que nunca iba a poder hacerlo. Me preguntó dónde vivía y cuando le conté que vivía en Maipú me dijo que cómo lo hacía para llegar a Santiago, que vivía muy lejos y que no podía estudiar aquí. Lo sentí como una discriminación por vivir en Maipú. Además me discriminó por ser de baja estatura, por ser morena y por mi nivel socioeconómico.” Relata que el día de su examen de promoción, el profesor no la saludó y posterior a su presentación en el escenario ante la comisión, al tener éste animadversión hacia ella, no la defendió, a diferencia de su comportamiento con otra estudiante por la que mostraba favoritismo. Como resultado, reprobó y quedó fuera de la institución al haber aprobado todas las asignaturas pero no el examen de promoción. Su profesor, al año siguiente, presentó su renuncia a la cátedra.

Millaray González, estudiante de canto, denuncia una situación compleja acontecida en 2013 a raíz de una carta que envió denunciando diversos problemas de su cátedra con respecto a su pianista acompañante, entre las que se destaca: “Ha emitido comentarios impropios que aluden a la vida privada de las estudiantes. Comentarios que nos han hecho sentir intimidadas y que por supuesto no corresponden a la actitud que debe tener un académico. Al respecto, en más de una ocasión fuimos expuestas a mensajes vía Facebook, entre otros, que nos expusieron a una sensación de hostigamiento y vulnerabilidad.” Posterior a eso, a un día de la realización de su examen de canto, su pianista anuncia que no podrá acompañarles en el examen debido a una tendinitis severa, y la jefatura de carrera resuelve postergar el examen en un mes, quedando éste para la segunda mitad de enero del 2014. La medida no fue aceptada por la estudiante de interpretación, por lo que se consiguió por sus medios una pianista que le acompañó en su examen, que pese a todo pudo rendir al día siguiente, instancia en la cual describe un infortunio: “Durante mi examen pude ver al pianista que un día antes me expresó sus problemas de salud, echado sobre la butaca, con actitud displicente y falta de respeto ante mi presentación.” 





Retrasos e inasistencias

Un estudiante de composición relata el atraso sufrido durante su examen: “Sufrí una irregularidad en el examen de promoción a Ciclo Superior, a fines de 2013. Me citaron para el martes 17 de diciembre a las 10:00 de la mañana. Era el primer alumno en dar el examen y había preparado tanto una audición en vivo con cinco instrumentistas como material proyectado en datashow para presentar mi obra. Al llegar a las 10:00 sólo estaba el jefe de carrera, mi profesor Andrés Maupoint, quien no podía evaluar en el examen por ser mi profesor oficial. Después de veinte minutos sin comenzar el examen, el profesor se impacientó, señaló que había hablado con todos los profesores y que debería haber al menos cinco jurados. En los posteriores 30 minutos, Maupoint buscó a los profesores llamándolos y saliendo afuera de la sala para ver si de esa forma podía conseguir algo de asistencia. (...) De esta forma el examen partió a las 11:00 con 2 profesores.” Concluye con que no denunció a ningún organismo, pese a que su profesor le dijo que enviara una carta al Departamento de Música a modo de queja, señalando que lo encontró “un poco inútil”. Su testimonio coincide con el de Pedro Correa, ex estudiante de la misma carrera: “De entrada me pareció una irregularidad el hecho de que debía empezar a las 10:00 con cinco profesores y sólo había uno. Empezó una hora y cuarto después aproximadamente, lo cual es repudiable teniendo en cuenta la importancia del examen.”

Conclusión 


Las diversas y desafortunadas situaciones presentadas en las dos partes de este reportaje representan una fracción de las injusticias a las que muchos estudiantes están sometidos durante su proceso formativo, principalmente, en las evaluaciones. Considerando que la configuración temporal de muchas asignaturas musicales es de carácter anual, que las aulas de la sede Alfonso Letelier Llona de la Facultad de Artes (a diferencia de las de otras facultades de nuestra casa de estudios) no cuentan con ventanillas o algún tipo de transparencia que permitan desde el exterior poder ver qué acontece en las salas de clases, y que la Dirección de Escuela es un organismo que aún no cumple un año funcionando con regularidad, urge que desde la construcción de la comunidad universitaria surjan iniciativas para la superación de estas problemáticas.

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