Por Millaray González
Durante el desarrollo de ciencias pedagógicas sobre los procesos formativos, se han evidenciado transiciones de los métodos de enseñanza, donde claramente pasamos de una instancia exponencial/presencial a una instancia interactiva/proactiva. Esta última plantea que el maestro además de exponer los antecedentes, los pone a disposición de los aprendices que posteriormente determinarán las múltiples posibilidades según la dirección que les promueva la clase o contexto del aprendizaje, y estos receptores no solo aprehende sino que además discriminan para después ejecutar sus propias prácticas con respecto a dicho aprendizaje.
En estos procesos se puede distinguir una relación interpersonal desde la concepción pedagógica y sus variables elementos que plantean y exponen un nexo bastante complejo sobre cómo llevar a cabo la enseñanza y el aprendizaje, entendiendo que el desarrollo cognitivo conlleva además a un desarrollo del desempeño que a continuación se debe evidenciar dentro de una evaluación determinante para los involucrados: el maestro y el aprendiz.
A partir del rol estudiantil se pueden comprender un sinfín de actividades para desarrollar un conocimiento, una práctica, o mejor dicho, una disciplina; además podemos distinguir que tales actividades suelen llevarse a cabo bajo la guía o tutela de un profesor quien genera las condiciones para que el estudiante se desenvuelva como tal. Por otro lado, si hablamos del rol del profesor, la perspectiva comprenden diversos métodos educativos de los cuales podemos rescatar el conductista y el constructivista; el método conductista promueve estímulos ambientales para generar cambios en las conductas observables, es decir, el aprendiz se convierte en un ser reactivo ante las condiciones del ambiente. A diferencia del método constructivista que, a partir de las experiencias personales, propone un aprendizaje interpretativo que desarrolle significados relativos sobre el mismo.[“Conductismo, Cognitivismo y Constructivismo: Una comparación de los aspectos críticos desde la perspectiva del diseño de instrucción” - Peggy A. Ertmer y Timothy J. Newby Performance Improvement Quarterly, 1993, 6(4), 50-72].
Es evidente que ante los estudios, propuestas y corrientes de la educación los profesores en la actualidad pueden emplear y complementar los procesos con total determinación para después llevar a cabo las evidencias de que existió una comprensión y construcción de ellos. Pero, si trasladamos estas instancias de formación para relacionarlas con el proceso que se lleva a cabo en el aprendizaje de un instrumento en particular; ya sea el instrumento biológico (la voz) o cualquier instrumento fabricado, entendemos que la relación interpersonal de maestro-aprendiz, a pesar de llevarse a cabo en la clase individual, debiera manifestarse de la misma forma que en una clase grupal, ya que enambas formas los objetivos implican el logro de los aprendizajes. Por ende, debemos detenernos en los posibles medios de evidenciar el proceso, para así saber qué tan eficaz puede ser esta relación una vez que se consolida.
En la Facultad de Artes de la U. de Chile se vive una instancia de formación con elementos de variado origen. Se entiende que las prácticas educacionales son herencia de generaciones que anteceden las nuevas estructuras académicas de escuela, con aspectos propios de lo que antes fue el Conservatorio Nacional de Música [http://artes.uchile.cl/musica-y-sonologia; Áreas Disciplinares del Depto. De Música]. Por ende, se puede concluir que la trayectoria académica de esta institución ha sido legitimada por la comunidad local de tal manera que se percibe un trabajo sustentable del cuerpo académico.
Aún así, cabe inquietarse por los métodos utilizados para generar las instancias formativas de sus estudiantes. Sabemos que esta institución artística ha ejercido tal tradicionalismo academicista que aspectos como el desarrollo práctico de sus músicos es notable. Pero una vez que se debe teorizar analíticamente el proceso formativo de ellos, podemos distinguir ciertos elementos que desfavorecen las formas de evaluación que se ejercen sobre los aprendizajes evidentes.
Debemos comprender que la evaluación se emplea para determinar una selección de características y obtener así la información requerida para emitir juicios de valor con el fin de tomar decisiones. Y en el área de la educación esto radica en la pertinencia que debe validar dicho esquema evaluativo que posteriormente certificará si es efectiva la formación y forjamiento de los conocimientos adquiridos.[Capítulos Presentación y Lenguaje Básico, “Compendio de métodos de evaluación de Aprendizajes”. CEDETEC. http://cedetec.cl]
Así como existen métodos de enseñanza, también existen métodos de evaluación que determinan los aprendizajes. Se entiende que la instancia evaluativa también ejerce formas de desarrollo para el estudiante, sobre todo en el desarrollo del auto criterio y de la reflexión sobre su contexto percibido. Pero, ¿es posible determinar un aprendizaje objetivamente, cuando el grupo de académicos evalúa en base a diversos criterios no consensuados, y estos a su vez se originan desde experiencias personales? Cuando los resultados y el desempeño del aprendiz son discutibles, y se genera el espacio para cuestionar si existió un proceso formativo, estamos en presencia de un vacío pedagógico y de una falta de desarrollo teórico sobre el fundamento de la educación.
Para generar una validez de medición con que se emiten los juicios sobre el aprendizaje obtenido por el estudiante, se debe estructurar u ordenar una base de datos para generar una coherencia sobre éstos. La estructuración de una evaluación permite focalizar y generar la atingencia correspondiente a los elementos observados para así tomar una decisión consensuada sobre las características que identifican a un estudiante. [Capítulo Características técnicas básicas de la medición, criterios y tablas de especificaciones. “Compendio de métodos de evaluación de Aprendizajes”. CEDETEC. http://cedetec.cl]
Hoy por hoy, en la Facultad de Artes de la U. de Chile, se utilizan términos pedagógicos como Rúbrica, Pautas de Evaluación, Observaciones, Criterios, inclusive Marco teórico. Pero, si bien existen prácticas que plasmen estas terminologías, también existen evidencias de que no se ha conceptualizado ninguno de estos elementos, ni mucho menos que se han comprendido. Ya que subyace en ellos la incomprensión de los estudiantes, que una vez evaluados no identifican los elementos de enjuiciamiento. Es decir, no determinan en qué instancia de sus procesos formativos están, y tampoco si éste es progresivo o regresivo. Por consecuencia, el rol del estudiante queda en desmedro, por no existir un factor de confiabilidad en donde depositar las metas propuestas por el mismo. Así también, el estudiante es parte de un proceso nocivo con respecto a su desarrollo emocional, porque durante todo el período de formación proyectó distintos elementos que simbolizan una admiración y confianza sobre su maestro. Por ello se entiende la complejidad de esta relación maestro-aprendiz, ya que no solo está en juego el crecimiento cognitivo, sino también el sensitivo (humano).El rol del maestro debe plantear el optimismo que implica la instancia formativa. Un vínculo como éste entonces, se debiera comprender y fomentar desde una perspectiva menos personalista y/o paternalista, cualquier intervención que exponga críticas, observaciones y análisis durante el aprendizaje debe ser específicamente enfocado hacia el desarrollo del estudiante, y por qué no, del profesor. La reciprocidad brinda mayor determinación a los conocimientos adquiridos.
Hasta el día de hoy, se cuestionan las prácticas de enseñanza en la Facultad de Artes (sin discriminar sedes ni carreras), y se hace reflexión sobre ellas. Pero es pertinente preguntarnos si hemos empezado bien al hacer análisis por sobre una comunidad, y no con ésta. La formación pedagógica no es precisamente un deber cívico, ni institucional; no se fragmenta en roles y es necesario responsabilizarnos de ellos y ejercerlos en una relación NO jerárquica.
En último término, la integridad de los vínculos educativos no pende de un hilo, pero por supuesto escasean las voluntades académicas para determinar que las ciencias pedagógicas forman parte indispensable de cualquier disciplina, porque reproducen y determinan los conocimientos desde la enseñanza; Madre de todas las formas existentes del desarrollo humano. Todos tenemos orígenes, y todos debemos comprender los nuestros. Eduquémonos y eduquemos.
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