Por Pedro Correa
A veces, cuando Enrique estaba indeciso, convocaba a una asamblea en su cerebro.
Empezó a sonar pues la neuroalarma. Era un cuadro un poco triste ver a millones de neuronas, muchas de ellas cansadas luego de una intensa jornada laboral, dirigirse a la sala de reuniones. Muchas no querían ir, por supuesto, pero era obligatorio, era necesario tomar una decisión. De todos modos, tenían su recompensa, pues había todo un sistema de bonificaciones para las neuronas que se destacaran por su pesada labor, tales como un aumento de neurodólares, que aparecían en la liquidación de sueldo a fin de mes, o vacaciones pagadas en el lóbulo temporal.
Empezó la reunión. La primera en hablar fue la neurona EMNX-273, neurona conocida por sus tendencias neurotroskas. “Compañeros, lo esencial antes de tomar la decisión es empoderar a las bases…” Dicho esto, se escuchó un suspiro de cansancio generalizado mezclado con un par de abucheos; ya sabían todo lo que iba a decir… Luego vinieron un par de palabras predecibles, más interesadas en llamar la atención que en contribuir al debate. Éstas aburrieron aún más a la concurrencia. De todos modos, de a poquito se iba armando la cosa. Luego, empezó una interesante discusión entre dos hábiles neuronas que iniciaron el aplausómetro: cada vez que una le respondía a la otra, un grupo de neuronas aplaudía ansiosamente. Casi llegaron a los combos, en un momento determinado tuvo que interceder el neuropresidente para ponerle paños fríos a la discusión. El ambiente se volvió a poner tenso cuando una neurona dijo que aquí todas las posturas eran válidas, que lo importante era escucharse para construir, entre todos, un mundo más feliz, más tolerante, ecológico, holístico, respetando nuestras diferencias, etc. El abucheo fue casi total… Estaban todas muy cansadas.
Pasadas 18 neurohoras (equivalentes a 6 segundos de la vida real), se llegó por fin a una decisión. Ésta se archivó en uno de los innumerables cajones que contenían miles de decisiones tomadas en asambleas pasadas. La orden era contundente: Enrique aprovecharía el momento para robarle un beso a Marcela.
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