24 may 2013

Entrevista (Completa) a Rodrigo Torres

El profesor Rodrigo Torres, académico de la Facultad de Artes, accedió muy cordialmente a que se le realizara una entrevista para el Sorbete Letelier. El objetivo que nos llevó a realizarla es el de conocer como se vivió cierto momento histórico en la facultad  momento que se enmarca en el proceso que llevó al país del gobierno de la Unidad Popular hacia la dictadura. Qué mejor que preguntarle a alguien que vivió ese periodo  Con paciencia y dedicación contestó nuestras preguntas, lo cual agradecemos enormemente.

Por: Pedro Correa - Fotografía: Facultad de Artes

Profesor Rodrigo Torres,
Académico Facultad de Artes
 

Profesor Rodrigo Torres, en su opinión, ¿Qué idea de arte hubo en la facultad en la Unidad Popular?
Yo partiría diciendo que habían, no había una sola idea. O tal vez para contestar, habría que pensar: qué nuevas ideas de arte empiezan a tener importancia y presencia social en la época, creo que es mejor para mí imaginarme así el panorama.

Entonces, ¿podría hablar un poco sobre esas ideas?
Sí, claro. Bueno todo esto tiene que ver con la percepción personal… Estamos hablando de un tiempo ya, un poco lejano. Tal vez lo que puedo recordar con más intensidad de la época, en torno a lo que tú llamas una idea de arte, es una fuerte preocupación por vincular la actividad “arte” al mundo donde no estaba el arte. O estaba de otro modo. Eso en genérico para el caso de esta conversación, yo lo llamaría lo popular. Yo sé que es una categoría amplia, difusa, en fin. Pero es para entender algo que en la época si era muy fuerte; una apertura de lo artístico al mundo social, lo que implica entonces funciones, tareas de lo artístico que en la academia por lo menos no estaban puestas con prioridad o bien simplemente no estaban. Entonces ahí se ponen en crisis algunas ideas de arte, y de cómo debe ser la operación arte, y surge un debate, y yo creo que en esa época hubo mucho debate en torno a ese eje.

Y más en lo concreto, ¿Cómo se materializaron esas ideas de las que usted habla, aquí particularmente, en la facultad? Y no sólo en música, sino también en otras disciplinas.
Mira, aquí en el lugar que estamos hablando hay una caja que tú estás viendo y que me llegó de una manera misteriosa, como llegan a veces las cosas, y en esa caja hay una cantidad de fotografías que registra parcialmente algo que en la época fue una de las formas en que se materializa como tu preguntas esta nueva atención, o esta nueva orientación que algunos querían para la actividad artística. Es decir, que esté comunicada en un diálogo más generoso, más amplio con la sociedad, y eso fue un programa que funcionó durante el periodo de la unidad popular en esta facultad que se llamó “arte para todos”, y eso incluía todas las disciplinas que estaban aquí en ese momento funcionando, que en realidad son las mismas que las de ahora. Por ejemplo eso es una forma. Eso era como del diálogo con el medio en cuanto a una acción artística, pero otra lo fue en términos de la formación, también hubo un cambio ahí. Se amplió, o se abrió la puerta un poco más al ingreso a estudiantes que no tenían una formación tan especializada previamente. Eso es un impulso que viene con la reforma universitaria también. Yo creo que todo esto arranca de ahí, y justamente eso permitió entonces que se fuera renovando el tipo de estudiante que estaba acá, se generaron nuevos programas en torno a eso, o nuevas modalidades de programa que ya existían para generar esa apertura, y esa nueva composición del estudiantado hizo que se diversificaran los discursos, las actividades, los proyectos.

Qué bueno que me dice eso porque da el pie para otra pregunta que quería hacerle, que básicamente se trata de que ¿Usted cree que otras músicas en ese aspecto tuvieron cabida en la facultad?
¡Por supuesto! Una de las preocupaciones que había en la época era abrir el modelo o el paradigma o el referente en música con que funcionaba, en el caso musical, (que yo conozco en realidad con más propiedad), abrirlo a otras prácticas, otras experiencias musicales también que en ese momento eran muy importantes. Todo esto podría caber en el rótulo de música popular, pero a lo mejor ese rótulo también creo hay que especificarlo, pero tú me entiendes. Y eso significó que gente que eran músicos prácticos, que estaban desarrollando un trabajo musical, entraron por ejemplo a programas de composición que hicieron una apertura especial a creadores que no venían con la formación que la academia exigía para seguir cursos en la carrera de composición, y así entró gente como cantautores de la época..
¿Usted recuerda a algunos, por ejemplo?
Sí, Raúl Alarcón que en realidad más que cantautor él venía de la música popular para el baile. Eduardo Gatti, Julio Zegers, u otras agrupaciones musicales que andaban explorando en perspectivas en ese momento nuevas, como el grupo inti illimani, quilapayún, integrantes de esos grupos entraron entonces al programa de composición. Horacio Salinas. Yo fui compañero de estudios en algunas asignaturas con él, por ejemplo. Entonces, eso significó una apertura y en el camino se iba viendo que iba a pasar, pero el camino quedo trunco… Hubo un golpe de estado el 73, y ese asunto quedó clausurado, se volvió…
¿Hubo un retroceso, en su opinión?
Si, por su puesto. Eso significaba un esfuerzo por abrirse a un diálogo distinto con la sociedad, que más bien se abría a como la sociedad estaba en su momento, y no tenía solamente esta mirada de conservatorio que normalmente es estrecha, y mirar desde esa óptica todo el universo de la música es una distorsión, ¿no?
Hablando de eso, ya que hablamos de cosas que se presentaban dentro de la facultad, ¿Ud. Puede rescatar algunas cosas relacionadas con el cotidiano, con la vida cotidiana dentro de la facultad? Cosas que pueda rescatar atingentes a lo que estamos conversando.
El cotidiano de esos años yo lo marcaría con la palabra de efervescencia, algo muy bullente que no se sabía exactamente su dimensión, su límite, pero sí era como un gran movimiento que había en la vida. De cambio, yo creo que esa es la otra palabra del asunto. Yo recuerdo ese como un momento en que algo estaba cambiando, y nada permitía quedarse a la sombra de eso, entonces había esa efervescencia en conexión con los cambios, lo cual hacía que el cotidiano fuera un cotidiano muy animado por esa búsqueda. Entonces estaba todo el tiempo pasando muchas cosas, se intentaban muchas cosas, y era de mucho hacer, mucha actividad, y aquella gente más comprometida, que entraba en compromiso de militancia política etc, ya eso eran niveles impresionantes de que todo ese activismo hacía que todo tenía la sensación de una velocidad, nueva, una nueva velocidad, tal vez. En las instituciones se cambiaron los ritmos del asunto, mirado tal vez de una óptica del orden, eso parecía como un caos, pero era el signo de un cambio, o de la voluntad de un cambio, entonces el cotidiano yo lo recuerdo como un espacio de encuentro que era muy diverso, y donde rápidamente se llegaba a tratar de concretar algo. Por otro lado había una dimensión de mucha discusión sobre justamente eso, el cambio, del como debería ser, cual debería ser, entonces, me parece que todo eso hacía la evidencia que el espacio público estaba tremendamente activado, y era muy participativo el asunto.
Bueno, como Ud. Dice todo eso fue parte de un proceso que se fue gestando hasta el momento del golpe de estado, ¿no? En eso momento, ¿qué cosas cambiaron en la facultad? Ya ha hablado Ud. Antes un poco de eso, pero ya más concretamente, ¿qué cosas cambiaron en la facultad en el paso de la up a la dictadura?
Bueno, los cambios son enormes, drásticos, ese era el cambio que nadie previó, y nadie quiso probablemente en esta facultad. Algunos tal vez. Pero rompió completamente el horizonte con el que funcionó la facultad de artes, que tenía otro nombre, y además eran 2 facultades, la facultad de bellas artes, y esta facultad que tenía otro nombre, era facultad de ciencias y artes musicales y de la representación y creo que le iban a agregar, y cinematográfica, porque aquí funcionaba la cineteca. Bueno, cambios drásticos, dolorosos, que yo creo que se viven como una pérdida, y las pérdidas son eso, generan dolor, y un proceso de acomodar toda una energía que estaba proyectada a un espacio que se… Lo público desapareció, y quedó tremendamente vigilado por años de una manera paranoica, y muy eficiente, por lo demás, y se produjo una suerte de involución, o de irse al negro, al silencio, a una dimensión que para mí era desconocida del vivir, que hay cosas que pueden ser evidentes y otras tienen que ser ocultas.
Ya que hablamos de eso, ¿hubo entonces una pérdida del diálogo arte-sociedad en la facultad?
O sea, el gran cambio es la represión, ya no hay diálogo, la represión no digo aquí en la facultad, sino en el país, en la sociedad.
Y por ende, en la facultad también…
Claro, digo no fue un elemento que surge de esta facultad, sino que está generalizado en el país, e internamente en la facultad también hubo represión, hubo expulsión numerosísima, esta facultad y la de bellas artes, mucha gente: profesores, estudiantes, funcionarios, fue expulsada.
Así como en otros espacios de la sociedad, la facultad no fue la excepción de un lugar donde hubo persecución política…
No, para nada fue excepción, aquí hubo listas negras…
¿Podría hablar un poco de eso?
Sí, ya te lo estoy diciendo, hubo una intervención de todas las instituciones que están bajo sospecha de tener (lo que llamó el aparato militar que intervino esta sociedad) el cáncer marxista, y la u de chile apareció como una de esas instituciones que estaba tal vez más contaminada o con un proceso de cáncer más avanzado, y por supuesto que la intervención fue también intensa, y fuerte.
Hubo profesores que tuvieron que salir a refugiarse en otros lados.
Muchos…
¿Podría contar alguno que usted recuerde, o alguno que a usted le cause cierta relación con lo que estamos conversando?
Por supuesto, hay un profesor que yo realmente estimo y admiro muchísimo, soy amigo de él, fue mi profesor en ese tiempo. El es Fernando García. Fernando García en ese momento era miembro del consejo normativo de la universidad, lo que no se si tiene un equivalente hoy día, pero algo así como la instancia colegiada mayor de la universidad de chile. Y profesor acá, hacía algunas clases, éramos compañeros con Horacio Salinas, Joaquín Eyzaguirre que hoy día es cineasta, en su clase. Y él fue, expulsado. Y tuvo que partir al exilio rápidamente, porque su vida estaba en peligro. O sea, si Fernando no hace esa operación, muere… Como murió otro miembro de ese consejo normativo, que fue asesinado que se llamaba Ortiz, Fernando Ortiz. Entonces hubo intervención militar, con asesorías internas de la facultad, para elaborar listas de personas que deberían ser revisadas o expulsadas, etc. Ese era un proceso tremendamente dañino, porque daña todo un tejido-relación que se funda en otro principio, no el de la represión o de la fuerza, sino en el del diálogo, en ese sentido yo digo que intervención brutal en un espacio que era dialogante es un daño que aún tiene trazas y huellas en este espacio y en el país.
¿Qué pasó con Gonzalo Toro Garland?
Gonzalo Toro Garland.
Una persona que no es muy conocida.
No, realmente quedó como en la penumbra de ese oscuro momento. Fue Gonzalo Toro alguien que venía del mundo de la composición, y era profesor acá, no de composición sino de otras asignaturas que se inventaron en el momento (lo cual es una buena señal para entender cuáles eran las preocupaciones académicas de la época). Él propuso, o no sé si exactamente él, pero por ejemplo en la carrera de composición o de musicología se dictaba un curso que él hacía, que se llamaba “problemas de la cultura contemporánea”, que duraba no 1 año, sino 2 años. Y se problematizaba todo, muy críticamente, y Gonzalo Toro era un tipo muy informado, y muy crítico, radicalmente crítico, y con una apuesta a mirar de otra manera el por venir de las actividades musicales, incluso llegó a fundar un movimiento que tuviera una acción política a partir de un planteamiento de cambio, eso se llamó el MUR (movimiento universitario revolucionario) que es la otra palabra que pone el horizonte en la época, la revolución. Y Gonzalo Toro también fue expulsado, y el no logró, como otros, sobrevivir a esa represión, fue apresado y fue desaparecido. La última noticia que se sabe de él es del hospital militar, y luego… Nada más. O sea, el es un detenido desaparecido, a quién esta facultad le debe un recuerdo formal.
O por lo menos que se reconozca su figura, que se inserte en la memoria de la facultad, que no se olvide, ya que es una persona muy poco conocida…
Olvidada.
Olvidada, claro. Y creo que es un símbolo, así como muchos símbolos que existieron de la represión a nivel de universidad de chile.
Si, buen punto, Gonzalo, el maestro Gonzalo… Algo podría hacerse al respecto. Y yo creo que recordar y hacer memoria de él es hacer memoria de esos impulsos interesantes que yo los viví como estudiante en ese momento, que era cuestionarse lo que uno estaba haciendo o quería hacer, en una perspectiva distinta.
Bueno tú me hablas del cotidiano. Esas pérdidas rompieron completamente, y fue traumático el cambio de un cotidiano efervescente, movilizado, muy alegre y muy participativo, o sea lo colectivo era el signo de ese tiempo, a un momento marcado por la represión, el control, la desconfianza, un etc, que acompaña a todo eso, en que finalmente se rompe la continuidad de muchas de esas cosas, y algunas logran sobrevivir en pequeños núcleos que se van rearticulando poco a poco, misteriosamente, y se empiezan a buscar espacios, pero muy lentamente, para dar continuidad a lo que pasaba en esa época, y bueno, la vida siguió. Pero con mucha dificultad puesto que los problemas que hubo con posterioridad al golpe de estado fueron también acompañados de grandes problemas económicos.
Existe una especie de teoría, que dice que en general una sociedad se va a sentir más feliz, más alegre, en la medida también en que tenga capacidad de incidencia en los procesos sociales que pasan, o que sienta que lo que está haciendo es útil, ¿cree Ud. que ese sentimiento de sentirse útil se manifestó a nivel de la composición o de lo que se estaba haciendo? El ir de la mano, el hecho de que el arte que uno estaba desarrollando fuera de la mano de un proceso social, político, por ejemplo.
Había diversidad de situaciones, en su momento yo estudiaba musicología. Pero no había separación tan drástica con composición me acuerdo que había como un grupo común, y esa diversidad se manifestaba con una fuerte tensión a participar en los procesos que estaban ocurriendo en el país es en ese momento, y eso llevaba a discusiones que eran interminables a veces, se hablaba mucho, se discutía mucho, y tampoco se configuraba eso como algo nada muy concreto del cómo iba a seguir el asunto, y yo lo que siento es que había gente que si había logrado establecer el puente con esa forma de participar desde la creación musical con acontecimientos que estaban ocurriendo en esos momentos, hacia afuera. Eso tenía que ver con distintos planteamientos. Compositores como Sergio Ortega, habían logrado hacer música para distintas situaciones que ampliaron mucho el rango de acción de los compositores de la academia. Esto, y yo creo que hay que decirlo, no es efecto solamente del tiempo de la llamada unidad popular, sino que viene de antes, y aquí hay que dar mucho crédito a una persona que yo creo merece un recuerdo especial, que fue el maestro Gustavo Becerra, quien planteaba justamente que el compositor saliera de su torre de marfil, y fuera un profesional que estuviera participando activamente desde su actividad, desde su oficio, con su vida social, en todos los términos, desde hacer publicidad, música de matrimonio, música para la marcha en una marcha social. Eso venía ya como planteamiento interno desde todos los años 60 con Becerra, y en torno a Becerra se nucleó un grupo de compositores donde estaba Sergio Ortega, pero también estaba Fernando García, estaba Luis Advis, estaba Gabriel Brncic, que está por estos días en Santiago.
Una manifestación concreta de ese diálogo del cual hablamos es el hecho de que Luis Advis o Sergio Ortega se comprometieron con los procesos sociales y eso lo manifestaron en su quehacer artístico componiendo y enseñando música también a grupos que tenían un rol político como Quilapayún o como Inti Illimani, como en el CD del Canto al programa, donde la música fue de Sergio Ortega y Luis Advis, por ejemplo.
Claro, las 40 medidas y todo eso… y eran encargos para mañana, era una música que se iba haciendo, donde no había el tiempo que era el tiempo este de la academia que no tiene la urgencia del acontecimiento que se está viviendo.
Bueno, ya culminando esta entrevista, quería preguntarle: hay un concepto que es el de la torre de marfil. En su opinión, durante la dictadura, ¿Se fue trasladando el arte hacia una torre de marfil?
Yo creo que la dictadura por sí misma lo que genera no es una nueva idea de arte, si no volver a la vieja tesis del arte que lo que califica como más artístico algo es justamente el construir un espacio distinto al cotidiano, pero esto entendido como aislarse de lo social, y ahí se pasa gato por liebre, y yo pienso que lo que ocurrió en el tiempo de la unidad popular fue una tremenda pregunta justamente por el cómo ir más allá de esa idea decimonónica del artista aislado creando obras para el disfrute o elevación espiritual de una comunidad. Ahora lo que se pediría es un vínculo más orgánico del creador con el colectivo, entonces ahí se abrió a un diálogo el asunto. La autonomía por lo tanto del creador esta mediada por las problemáticas de su colectivo, y eso si que fue clausurado, porque aparecía bajo la sospecha de estar vinculado a esta idea del cambio social, que aquí aparecían calificadas brutales reductivamente como cáncer marxista. Se intentó vetar todo aquello que oliera a acción social desde el arte. Y eso aporta a la idea de la torre de marfil: por supuesto. Pero no lo lograron, o sea en ese plano lo que creo que sí lograron fue una mordaza, un aplastar la energía que había pero eso no desapareció, nunca.
¿Y usted cree que ese cambio que ocurrió, se cambió luego por una manera quizás más burguesa de entender la música?
Se volvió a eso. En ese sentido yo lo que calificaría post golpe de estado es una regresión a una visión del arte “de cuello y corbata” encerrado en sí mismo y que no apuesta por el cambio, es como apostar al cambio con un espejo retrovisor. Los modelos que se ponen son históricos, y eso es el gran énfasis, historicista del asunto, y no apostar por eso que está… como decía Nicanor Parra: En la jaula hay poca comida, pero hay. Afuera sólo se ven enormes extensiones de libertad… Y la vida en la academia se empobreció mucho, después del golpe, y la u de chile se empobreció mucho, hasta ahora.
Y ya que hablamos de hoy: ¿Ud. cree que hay un legado de la dictadura en la facultad de artes, actualmente? Y si es así ¿Cómo se manifestaría ese legado?
Uy, como contestar eso… Yo creo que existen huellas de lo que fue la época, de la intervención militar en la u de chile y en esta facultad. Yo no sé si es exactamente efecto dictadura, pero es que esta hizo algo regresivo, y eso significa un énfasis conservador, de las buenas maneras, de un modelo conservador del arte, y yo creo que se clausuró también ese gesto de apertura de conocer más el mundo, más allá de esos modelos, y de incorporarlos.
Pero también me imagino que así como esas cosas perduran, hay cosas que han cambiado.
Hoy día estamos a 40 años de esos tiempos, es un tiempo ya importante, el país cambió, este país es completamente distinto en el modo en que se manifiesta socialmente a lo que fue esa época.
Ya terminando la entrevista, si ud quisiera decir algo más, o explayarse con respecto a algo, tiene libertad de hacerlo, sino damos por terminada la entrevista.
Una sola cosa. El año 2011 yo me sentí muy empáticamente conectado con lo que ocurrió con la movilización que generaron los estudiantes en todo el país, y en esta facultad esto ocurrió de una manera a mi juicio notable. Y lo que sentí ahí fue como un recuerdo muy intenso de cosas que habían quedado en ese horizonte perdido, o como memoria, y me di cuenta de una cosa, para terminar. Que hay muchos de los asuntos de esa época que quedaron pendientes, y sentí que los estudiantes al movilizarse, movilizaron a esta sociedad, y fueron restaurando, reanimando cuestiones que ahora está como en el tapete de la vida no solamente esta facultad, aquí la palabra “nuevo aparece”, nueva institucionalidad, nueva normalidad, pero siento que estamos en un momento donde se reactivó la capacidad de cambió de esta sociedad de una manera que empieza a notarse en la agenda política, en agendas institucionales, etc. Lo que el 2011 se planteó en esta facultad por los estudiantes, es una forma, tal vez la mejor forma de recuperar una memoria de esos tiempo, para proyectarla en las condiciones de hoy y en las necesidades de hoy, entonces a mí me parece que este es un momento interesante, a 40 años de ese suceso yo veo muy optimista la perspectiva que nos viene por delante, o sea tiene olor a cambio la cosa, así que adelante maestro.
Gracias profesor, gracias por su tiempo y por sus ideas.

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