El profesor Rodrigo Torres, académico de la Facultad de Artes,
accedió muy cordialmente a que se le realizara una entrevista para el
Sorbete Letelier. El objetivo que nos llevó a realizarla es el de
conocer como se vivió cierto momento histórico en la facultad momento
que se enmarca en el proceso que llevó al país del gobierno de la
Unidad Popular hacia la dictadura. Qué mejor que preguntarle a alguien
que vivió ese periodo Con paciencia y dedicación contestó nuestras
preguntas, lo cual agradecemos enormemente.
Por: Pedro Correa - Fotografía: Facultad de Artes
Por: Pedro Correa - Fotografía: Facultad de Artes
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Profesor Rodrigo Torres, Académico Facultad de Artes |
Profesor Rodrigo Torres, en su opinión, ¿Qué idea de arte hubo en la facultad en la Unidad Popular?
Yo
partiría diciendo que habían,
no había una sola idea. O tal vez para contestar, habría que
pensar: qué nuevas ideas de arte empiezan a tener importancia y
presencia social en la época, creo que es mejor para mí imaginarme
así el panorama.
Entonces,
¿podría hablar un poco sobre esas ideas?
Sí,
claro. Bueno todo esto tiene que ver con la percepción personal…
Estamos hablando de un tiempo ya, un poco lejano. Tal vez lo que
puedo recordar con más intensidad de la época, en torno a lo que tú
llamas una idea de arte, es una fuerte preocupación por vincular la
actividad “arte” al mundo donde no estaba el arte. O estaba de
otro modo. Eso en genérico para el caso de esta conversación, yo lo
llamaría lo popular. Yo sé que es una categoría amplia, difusa, en
fin. Pero es para entender algo que en la época si era muy fuerte;
una apertura de lo artístico al mundo social, lo que implica
entonces funciones, tareas de lo artístico que en la academia por lo
menos no estaban puestas con prioridad o bien simplemente no estaban.
Entonces ahí se ponen en crisis algunas ideas de arte, y de cómo
debe ser la operación arte, y surge un debate, y yo creo que en esa
época hubo mucho debate en torno a ese eje.
Y
más en lo concreto, ¿Cómo se materializaron esas ideas de las que
usted habla, aquí particularmente, en la facultad? Y no sólo en
música, sino también en otras disciplinas.
Mira,
aquí en el lugar que estamos hablando hay una caja que tú estás
viendo y que me llegó de una manera misteriosa, como llegan a veces
las cosas, y en esa caja hay una cantidad de fotografías que
registra parcialmente algo que en la época fue una de las formas en
que se materializa como tu preguntas esta nueva atención, o esta
nueva orientación que algunos querían para la actividad artística.
Es decir, que esté comunicada en un diálogo más generoso, más
amplio con la sociedad, y eso fue un programa que funcionó durante
el periodo de la unidad popular en esta facultad que se llamó “arte
para todos”, y eso incluía todas las disciplinas que estaban aquí
en ese momento funcionando, que en realidad son las mismas que las de
ahora. Por ejemplo eso es una forma. Eso era como del diálogo con el
medio en cuanto a una acción artística, pero otra lo fue en
términos de la formación, también hubo un cambio ahí. Se amplió,
o se abrió la puerta un poco más al ingreso a estudiantes que no
tenían una formación tan especializada previamente. Eso es un
impulso que viene con la reforma universitaria también. Yo creo que
todo esto arranca de ahí, y justamente eso permitió entonces que
se fuera renovando el tipo de estudiante que estaba acá, se
generaron nuevos programas en torno a eso, o nuevas modalidades de
programa que ya existían para generar esa apertura, y esa nueva
composición del estudiantado hizo que se diversificaran los
discursos, las actividades, los proyectos.
Qué
bueno que me dice eso porque da el pie para otra pregunta que quería
hacerle, que básicamente se trata de que ¿Usted cree que otras
músicas en ese aspecto tuvieron cabida en la facultad?
¡Por
supuesto! Una de las preocupaciones que había en la época era abrir
el modelo o el paradigma o el referente en música con que
funcionaba, en el caso musical, (que yo conozco en realidad con más
propiedad), abrirlo a otras prácticas, otras experiencias musicales
también que en ese momento eran muy importantes. Todo esto podría
caber en el rótulo de música popular, pero a lo mejor ese rótulo
también creo hay que especificarlo, pero tú me entiendes. Y eso
significó que gente que eran músicos prácticos, que estaban
desarrollando un trabajo musical, entraron por ejemplo a programas de
composición que hicieron una apertura especial a creadores que no
venían con la formación que la academia exigía para seguir cursos
en la carrera de composición, y así entró gente como cantautores
de la época..
¿Usted
recuerda a algunos, por ejemplo?
Sí,
Raúl Alarcón que en realidad más que cantautor él venía de la
música popular para el baile. Eduardo Gatti, Julio Zegers, u otras
agrupaciones musicales que andaban explorando en perspectivas en ese
momento nuevas, como el grupo inti illimani, quilapayún, integrantes
de esos grupos entraron entonces al programa de composición. Horacio
Salinas. Yo fui compañero de estudios en algunas asignaturas con él,
por ejemplo. Entonces, eso significó una apertura y en el camino se
iba viendo que iba a pasar, pero el camino quedo trunco… Hubo un
golpe de estado el 73, y ese asunto quedó clausurado, se volvió…
¿Hubo
un retroceso, en su opinión?
Si,
por su puesto. Eso significaba un esfuerzo por abrirse a un diálogo
distinto con la sociedad, que más bien se abría a como la sociedad
estaba en su momento, y no tenía solamente esta mirada de
conservatorio que normalmente es estrecha, y mirar desde esa óptica
todo el universo de la música es una distorsión, ¿no?
Hablando
de eso, ya que hablamos de cosas que se presentaban dentro de la
facultad, ¿Ud. Puede rescatar algunas cosas relacionadas con el
cotidiano, con la vida cotidiana dentro de la facultad? Cosas que
pueda rescatar atingentes a lo que estamos conversando.
El
cotidiano de esos años yo lo marcaría con la palabra de
efervescencia, algo muy bullente que no se sabía exactamente su
dimensión, su límite, pero sí era como un gran movimiento que
había en la vida. De cambio, yo creo que esa es la otra palabra del
asunto. Yo recuerdo ese como un momento en que algo estaba cambiando,
y nada permitía quedarse a la sombra de eso, entonces había esa
efervescencia en conexión con los cambios, lo cual hacía que el
cotidiano fuera un cotidiano muy animado por esa búsqueda. Entonces
estaba todo el tiempo pasando muchas cosas, se intentaban muchas
cosas, y era de mucho hacer, mucha actividad, y aquella gente más
comprometida, que entraba en compromiso de militancia política etc,
ya eso eran niveles impresionantes de que todo ese activismo hacía
que todo tenía la sensación de una velocidad, nueva, una nueva
velocidad, tal vez. En las instituciones se cambiaron los ritmos del
asunto, mirado tal vez de una óptica del orden, eso parecía como un
caos, pero era el signo de un cambio, o de la voluntad de un cambio,
entonces el cotidiano yo lo recuerdo como un espacio de encuentro que
era muy diverso, y donde rápidamente se llegaba a tratar de
concretar algo. Por otro lado había una dimensión de mucha
discusión sobre justamente eso, el cambio, del como debería ser,
cual debería ser, entonces, me parece que todo eso hacía la
evidencia que el espacio público estaba tremendamente activado, y
era muy participativo el asunto.
Bueno,
como Ud. Dice todo eso fue parte de un proceso que se fue gestando
hasta el momento del golpe de estado, ¿no? En eso momento, ¿qué
cosas cambiaron en la facultad? Ya ha hablado Ud. Antes un poco de
eso, pero ya más concretamente, ¿qué cosas cambiaron en la
facultad en el paso de la up a la dictadura?
Bueno,
los cambios son enormes, drásticos, ese era el cambio que nadie
previó, y nadie quiso probablemente en esta facultad. Algunos tal
vez. Pero rompió completamente el horizonte con el que funcionó la
facultad de artes, que tenía otro nombre, y además eran 2
facultades, la facultad de bellas artes, y esta facultad que tenía
otro nombre, era facultad de ciencias y artes musicales y de la
representación y creo que le iban a agregar, y cinematográfica,
porque aquí funcionaba la cineteca. Bueno, cambios drásticos,
dolorosos, que yo creo que se viven como una pérdida, y las pérdidas
son eso, generan dolor, y un proceso de acomodar toda una energía
que estaba proyectada a un espacio que se… Lo público desapareció,
y quedó tremendamente vigilado por años de una manera paranoica, y
muy eficiente, por lo demás, y se produjo una suerte de involución,
o de irse al negro, al silencio, a una dimensión que para mí era
desconocida del vivir, que hay cosas que pueden ser evidentes y otras
tienen que ser ocultas.
Ya
que hablamos de eso, ¿hubo entonces una pérdida del diálogo
arte-sociedad en la facultad?
O
sea, el gran cambio es la represión, ya no hay diálogo, la
represión no digo aquí en la facultad, sino en el país, en la
sociedad.
Y
por ende, en la facultad también…
Claro,
digo no fue un elemento que surge de esta facultad, sino que está
generalizado en el país, e internamente en la facultad también hubo
represión, hubo expulsión numerosísima, esta facultad y la de
bellas artes, mucha gente: profesores, estudiantes, funcionarios, fue
expulsada.
Así
como en otros espacios de la sociedad, la facultad no fue la
excepción de un lugar donde hubo persecución política…
No,
para nada fue excepción, aquí hubo listas negras…
¿Podría
hablar un poco de eso?
Sí,
ya te lo estoy diciendo, hubo una intervención de todas las
instituciones que están bajo sospecha de tener (lo que llamó el
aparato militar que intervino esta sociedad) el cáncer marxista, y
la u de chile apareció como una de esas instituciones que estaba tal
vez más contaminada o con un proceso de cáncer más avanzado, y por
supuesto que la intervención fue también intensa, y fuerte.
Hubo
profesores que tuvieron que salir a refugiarse en otros lados.
Muchos…
¿Podría
contar alguno que usted recuerde, o alguno que a usted le cause
cierta relación con lo que estamos conversando?
Por
supuesto, hay un profesor que yo realmente estimo y admiro muchísimo,
soy amigo de él, fue mi profesor en ese tiempo. El es Fernando
García. Fernando García en ese momento era miembro del consejo
normativo de la universidad, lo que no se si tiene un equivalente hoy
día, pero algo así como la instancia colegiada mayor de la
universidad de chile. Y profesor acá, hacía algunas clases, éramos
compañeros con Horacio Salinas, Joaquín Eyzaguirre que hoy día es
cineasta, en su clase. Y él fue, expulsado. Y tuvo que partir al
exilio rápidamente, porque su vida estaba en peligro. O sea, si
Fernando no hace esa operación, muere… Como murió otro miembro de
ese consejo normativo, que fue asesinado que se llamaba Ortiz,
Fernando Ortiz. Entonces hubo intervención militar, con asesorías
internas de la facultad, para elaborar listas de personas que
deberían ser revisadas o expulsadas, etc. Ese era un proceso
tremendamente dañino, porque daña todo un tejido-relación que se
funda en otro principio, no el de la represión o de la fuerza, sino
en el del diálogo, en ese sentido yo digo que intervención brutal
en un espacio que era dialogante es un daño que aún tiene trazas y
huellas en este espacio y en el país.
¿Qué
pasó con Gonzalo Toro Garland?
Gonzalo
Toro Garland.
Una
persona que no es muy conocida.
No,
realmente quedó como en la penumbra de ese oscuro momento. Fue
Gonzalo Toro alguien que venía del mundo de la composición, y era
profesor acá, no de composición sino de otras asignaturas que se
inventaron en el momento (lo cual es una buena señal para entender
cuáles eran las preocupaciones académicas de la época). Él
propuso, o no sé si exactamente él, pero por ejemplo en la carrera
de composición o de musicología se dictaba un curso que él hacía,
que se llamaba “problemas de la cultura contemporánea”, que
duraba no 1 año, sino 2 años. Y se problematizaba todo, muy
críticamente, y Gonzalo Toro era un tipo muy informado, y muy
crítico, radicalmente crítico, y con una apuesta a mirar de otra
manera el por venir de las actividades musicales, incluso llegó a
fundar un movimiento que tuviera una acción política a partir de un
planteamiento de cambio, eso se llamó el MUR (movimiento
universitario revolucionario) que es la otra palabra que pone el
horizonte en la época, la revolución. Y Gonzalo Toro también fue
expulsado, y el no logró, como otros, sobrevivir a esa represión,
fue apresado y fue desaparecido. La última noticia que se sabe de él
es del hospital militar, y luego… Nada más. O sea, el es un
detenido desaparecido, a quién esta facultad le debe un recuerdo
formal.
O
por lo menos que se reconozca su figura, que se inserte en la memoria
de la facultad, que no se olvide, ya que es una persona muy poco
conocida…
Olvidada.
Olvidada,
claro. Y creo que es un símbolo, así como muchos símbolos que
existieron de la represión a nivel de universidad de chile.
Si,
buen punto, Gonzalo, el maestro Gonzalo… Algo podría hacerse al
respecto. Y yo creo que recordar y hacer memoria de él es hacer
memoria de esos impulsos interesantes que yo los viví como
estudiante en ese momento, que era cuestionarse lo que uno estaba
haciendo o quería hacer, en una perspectiva distinta.
Bueno
tú me hablas del cotidiano. Esas pérdidas rompieron completamente,
y fue traumático el cambio de un cotidiano efervescente, movilizado,
muy alegre y muy participativo, o sea lo colectivo era el signo de
ese tiempo, a un momento marcado por la represión, el control, la
desconfianza, un etc, que acompaña a todo eso, en que finalmente se
rompe la continuidad de muchas de esas cosas, y algunas logran
sobrevivir en pequeños núcleos que se van rearticulando poco a
poco, misteriosamente, y se empiezan a buscar espacios, pero muy
lentamente, para dar continuidad a lo que pasaba en esa época, y
bueno, la vida siguió. Pero con mucha dificultad puesto que los
problemas que hubo con posterioridad al golpe de estado fueron
también acompañados de grandes problemas económicos.
Existe
una especie de teoría, que dice que en general una sociedad se va a
sentir más feliz, más alegre, en la medida también en que tenga
capacidad de incidencia en los procesos sociales que pasan, o que
sienta que lo que está haciendo es útil, ¿cree Ud. que ese
sentimiento de sentirse útil se manifestó a nivel de la composición
o de lo que se estaba haciendo? El ir de la mano, el hecho de que el
arte que uno estaba desarrollando fuera de la mano de un proceso
social, político, por ejemplo.
Había
diversidad de situaciones, en su momento yo estudiaba musicología.
Pero no había separación tan drástica con composición me acuerdo
que había como un grupo común, y esa diversidad se manifestaba con
una fuerte tensión a participar en los procesos que estaban
ocurriendo en el país es en ese momento, y eso llevaba a discusiones
que eran interminables a veces, se hablaba mucho, se discutía mucho,
y tampoco se configuraba eso como algo nada muy concreto del cómo
iba a seguir el asunto, y yo lo que siento es que había gente que si
había logrado establecer el puente con esa forma de participar desde
la creación musical con acontecimientos que estaban ocurriendo en
esos momentos, hacia afuera. Eso tenía que ver con distintos
planteamientos. Compositores como Sergio Ortega, habían logrado
hacer música para distintas situaciones que ampliaron mucho el rango
de acción de los compositores de la academia. Esto, y yo creo que
hay que decirlo, no es efecto solamente del tiempo de la llamada
unidad popular, sino que viene de antes, y aquí hay que dar mucho
crédito a una persona que yo creo merece un recuerdo especial, que
fue el maestro Gustavo Becerra, quien planteaba justamente que el
compositor saliera de su torre de marfil, y fuera un profesional que
estuviera participando activamente desde su actividad, desde su
oficio, con su vida social, en todos los términos, desde hacer
publicidad, música de matrimonio, música para la marcha en una
marcha social. Eso venía ya como planteamiento interno desde todos
los años 60 con Becerra, y en torno a Becerra se nucleó un grupo de
compositores donde estaba Sergio Ortega, pero también estaba
Fernando García, estaba Luis Advis, estaba Gabriel Brncic, que está
por estos días en Santiago.
Una
manifestación concreta de ese diálogo del cual hablamos es el hecho
de que Luis Advis o Sergio Ortega se comprometieron con los procesos
sociales y eso lo manifestaron en su quehacer artístico componiendo
y enseñando música también a grupos que tenían un rol político
como Quilapayún o como Inti Illimani, como en el CD del Canto al
programa, donde la música fue de Sergio Ortega y Luis Advis, por
ejemplo.
Claro,
las 40 medidas y todo eso… y eran encargos para mañana, era una
música que se iba haciendo, donde no había el tiempo que era el
tiempo este de la academia que no tiene la urgencia del
acontecimiento que se está viviendo.
Bueno,
ya culminando esta entrevista, quería preguntarle: hay un concepto
que es el de la torre de marfil. En su opinión, durante la
dictadura, ¿Se fue trasladando el arte hacia una torre de marfil?
Yo
creo que la dictadura por sí misma lo que genera no es una nueva
idea de arte, si no volver a la vieja tesis del arte que lo que
califica como más artístico algo es justamente el construir un
espacio distinto al cotidiano, pero esto entendido como aislarse de
lo social, y ahí se pasa gato por liebre, y yo pienso que lo que
ocurrió en el tiempo de la unidad popular fue una tremenda pregunta
justamente por el cómo ir más allá de esa idea decimonónica del
artista aislado creando obras para el disfrute o elevación
espiritual de una comunidad. Ahora lo que se pediría es un vínculo
más orgánico del creador con el colectivo, entonces ahí se abrió
a un diálogo el asunto. La autonomía por lo tanto del creador esta
mediada por las problemáticas de su colectivo, y eso si que fue
clausurado, porque aparecía bajo la sospecha de estar vinculado a
esta idea del cambio social, que aquí aparecían calificadas
brutales reductivamente como cáncer marxista. Se intentó vetar todo
aquello que oliera a acción social desde el arte. Y eso aporta a la
idea de la torre de marfil: por supuesto. Pero no lo lograron, o sea
en ese plano lo que creo que sí lograron fue una mordaza, un
aplastar la energía que había pero eso no desapareció, nunca.
¿Y
usted cree que ese cambio que ocurrió, se cambió luego por una
manera quizás más burguesa de entender la música?
Se
volvió a eso. En ese sentido yo lo que calificaría post golpe de
estado es una regresión a una visión del arte “de cuello y
corbata” encerrado en sí mismo y que no apuesta por el cambio, es
como apostar al cambio con un espejo retrovisor. Los modelos que se
ponen son históricos, y eso es el gran énfasis, historicista del
asunto, y no apostar por eso que está… como decía Nicanor Parra:
En la jaula hay poca comida, pero hay. Afuera sólo se ven enormes
extensiones de libertad… Y la vida en la academia se empobreció
mucho, después del golpe, y la u de chile se empobreció mucho,
hasta ahora.
Y
ya que hablamos de hoy: ¿Ud. cree que hay un legado de la dictadura
en la facultad de artes, actualmente? Y si es así ¿Cómo se
manifestaría ese legado?
Uy,
como contestar eso… Yo creo que existen huellas de lo que fue la
época, de la intervención militar en la u de chile y en esta
facultad. Yo no sé si es exactamente efecto dictadura, pero es que
esta hizo algo regresivo, y eso significa un énfasis conservador, de
las buenas maneras, de un modelo conservador del arte, y yo creo que
se clausuró también ese gesto de apertura de conocer más el mundo,
más allá de esos modelos, y de incorporarlos.
Pero
también me imagino que así como esas cosas perduran, hay cosas que
han cambiado.
Hoy
día estamos a 40 años de esos tiempos, es un tiempo ya importante,
el país cambió, este país es completamente distinto en el modo en
que se manifiesta socialmente a lo que fue esa época.
Ya
terminando la entrevista, si ud quisiera decir algo más, o
explayarse con respecto a algo, tiene libertad de hacerlo, sino damos
por terminada la entrevista.
Una
sola cosa. El año 2011 yo me sentí muy empáticamente conectado con
lo que ocurrió con la movilización que generaron los estudiantes en
todo el país, y en esta facultad esto ocurrió de una manera a mi
juicio notable. Y lo que sentí ahí fue como un recuerdo muy intenso
de cosas que habían quedado en ese horizonte perdido, o como
memoria, y me di cuenta de una cosa, para terminar. Que hay muchos de
los asuntos de esa época que quedaron pendientes, y sentí que los
estudiantes al movilizarse, movilizaron a esta sociedad, y fueron
restaurando, reanimando cuestiones que ahora está como en el tapete
de la vida no solamente esta facultad, aquí la palabra “nuevo
aparece”, nueva institucionalidad, nueva normalidad, pero siento
que estamos en un momento donde se reactivó la capacidad de cambió
de esta sociedad de una manera que empieza a notarse en la agenda
política, en agendas institucionales, etc. Lo que el 2011 se planteó
en esta facultad por los estudiantes, es una forma, tal vez la mejor
forma de recuperar una memoria de esos tiempo, para proyectarla en
las condiciones de hoy y en las necesidades de hoy, entonces a mí me
parece que este es un momento interesante, a 40 años de ese suceso
yo veo muy optimista la perspectiva que nos viene por delante, o sea
tiene olor a cambio la cosa, así que adelante maestro.
Gracias
profesor, gracias por su tiempo y por sus ideas.
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